Hace un par de semanas atrás, los periódicos El Deber y Los Tiempos, publicaron extensos artículos sobre los influenciadores de Santa Cruz y Cochabamba. Si bien este concepto no es tan nuevo, todavía el auto-corrector ortográfico de mi computadora me subraya esta palabra con rojo, entonces hoy vamos a conocer algunos detalles sobre qué es y qué no es un influencer.
La primera premisa es saber si los verdaderos influencer van por la vida como tales, autodenominándose influencer. Y la respuesta es clara es: NO.
¿Qué es un Influenciador?
Básicamente, es alguien con una opinión autorizada, en un tema específico. Julio Gonzalez es un gran ejemplo para temas de fotografía. Carlos Mesa es otro, para temas de Historia. Sus opiniones son respetadas, al punto que influyen en la opinión de los demás.
Históricamente, a estas personas se les ha llamado expertos o líderes de opinión. No influenciadores, porque su audiencia era limitada.
¿Por qué ahora se llaman influenciadores?
Cuando los medios de comunicación tenían el monopolio de las audiencias masivas, era difícil considerar a un líder de opinión, como un influenciador. Tenía que ser alguien como Carlos Mesa, que además de ser experto historiador, ha trabajado durante años en medios de comunicación y por lo tanto tenía una audiencia a quien influenciar.
Sin embargo, hoy en día, con los medios sociales en la palma de tus manos y a disposición de cualquiera, que tenga conexión a Internet, ser influenciador es más “fácil”. Ya no dependemos de un medio de comunicación masivo para emitir nuestra opinión y que mucha gente la conozca.
Es más, lastimosamente hoy en día, los influenciadores ni siquiera tienen que ser expertos en algo. Por ejemplo Kim Kardashian es influenciadora y no es experta en nada, pero es un producto de la revolución de los medios sociales con una gran fama.
Entonces, el concepto de influenciador se “amplió” al nivel que los colegas mercadólogos comenzaron a usar el término para referirse a la cantidad de seguidores de las cuentas, sin importar el nicho al que pertenecían o si realmente tenían alguna influencia.
Al punto que hoy en día, cualquier persona se denomina influencer, con solo ver sus números en Facebook, Instagram o Twitter. Y aunque no es correcto hacer eso y no es muy fiel a la definición original, es más fácil y cómodo para los que llevan el marketing de las empresas.
Todo influencer necesita un nicho
Lo bueno de usar la palabra “experto” en vez de influenciador, es que todo mundo sabe que los expertos son expertos en “algo”. Por eso, la primera pregunta que hago (cuando escucho que alguien es influenciador) es cuál es su nicho. Sin un tema específico o un nicho ¿Cómo sabremos qué productos o servicios venderá eficientemente el influenciador? ¿Tiene sentido contratar a cualquier famoso para que hable de vehículos de lujo por ejemplo? Podrá tener miles de seguidores y mucha influencia sobre ellos, pero si su nicho no está interesado en autos de lujo, no sirve de nada.
Todo influencer necesita tener influencia sobre su nicho
Una vez identificado el nicho del experto, lo siguiente es medir la influencia que tiene su opinión en ese nicho. Si comprobamos que el experto en efecto tiene influencia sobre su tribu, solo entonces lo graduamos a influenciador. En teoría, recién es en este momento en que medimos la cantidad de seguidores.
El producto final es una persona con mucho que decir, con una audiencia que lo quiere escuchar, porque valora su opinión. Felicidades, ahora sí estamos listos para hacer Influencer Marketing.
Lo bueno y lo malo del (nuevo) concepto de Influencer
Para empezar, como mercadólogos tenemos que aceptar que influencer abarca ambos conceptos y hacer las paces con este hecho (tanto al experto, como al simplemente famoso). Luego, cuando por fin dejemos de pelear porque alguien es o no es influencer, sería bueno empezar a invertir el tiempo que toma identificar los nichos de los influenciadores y conocer cuánta influencia ejercen en sus nichos.
O bien, seguimos haciendo lo de siempre: buscamos a los que tienen miles de seguidores y hacemos esas cuentas aspiracionales de “si tiene 100 mil seguidores, con que el 10% despierte interés, ya son 10 mil nuevos clientes”. Total, así era la publicidad antes y todos sabemos lo efectivo que es la publicidad tradicional. 😉
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Boliviano. Licenciado en Comunicación y Periodismo.
Especializado y apasionado del Marketing Digital y Social Media.